(...) una "opinión guardada a puerta cerrada, no pública, cuyo contenido puede diferir muy notablemente del contenido de la opinión pública propiamente dicha, pero cuyas tesis circulan junto a las tesis de la opinión pública igual que las unidades monetarias de una segunda divisa" (1)
Ahora somos setenta años más viejos y tenemos Internet, así que hemos podido comprobar que lo que parecía un fenómeno propio de grupos radicales de derecha puede estar extendido en amplios sectores de la población. En este artículo de The Guardian se muestra cómo actuamos en las diferentes redes sociales: cuando intervenimos en Twitter sabemos que estamos sometidos a escrutinio público, y cuando lo hacemos en grupos cerrados de Facebook o de WhatsApp estamos sometidos al escrutinio de grupo. En Twitter y Facebook es fácil actuar según el consenso social establecido por la corrección política, mientras que cuando intervenimos en grupos de WhatsApp buscamos la aceptación del grupo.
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(1) Referenciado en el epílogo escrito por Volker Weiss de la conferencia de Theodor W. Adorno Rasgos del nuevo radicalismo de derecha, publicado en castellano por Taurus. La cita se encuentra en la página 67 de la edición en castellano.
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