viernes, 22 de marzo de 2013

La peor guerra

Podríamos decir que todas las guerras son terribles para los que mueren y sufren en ellas. Pero algunas son más terribles, o más intensas, que otras. La definición de Small y Singer (1982) de intensidad de una guerra es el cociente entre el número de muertos en acciones bélicas de todos los países participantes en una guerra, dividido por la suma de poblaciones de los países participantes y multiplicada por 10.000. Las intensidades de la Primera y Segunda Guerra Mundial son de 141,5 y 106,3 respectivamente. La guerra más intensa para la que se tiene noticia es la guerra del Chaco, librada ente Paraguay y Bolivia entre 1932 y 1935, con una intensidad de 382,4. Se han obtenido estos datos del artículo de Newman sobre la ley de potencia, en el que se muestra un conjunto de fenómenos que siguen esta distribución de probablidad.

Pero peores que las guerras son los genocidios. Antes de la guerra del Chaco, Paraguay sufrió la guerra de la triple alianza, formada por las fuerzas combinadas de Argentina, Brasil y Uruguay. Se suele considerar que esta guerra fue la más mortífera de la América Latina, pues exterminó entre el 50 y el 70% de la población paraguaya. En el Orsai número 8, el dibujante argentino Rep nos cuenta cómo fue esa guerra. Los genocidios más intensos en relación a la población total del siglo XX fueron posiblemente los de Camboya y Ruanda. En el primero se calculan entre 1,7 y 3 millones de muertes para un país de unos 14 millones de habitantes, y en el sobrecogedor genocidio de Ruanda se estima que en 100 días de 1994 murieron entre 500.000 y un millón de personas, un 20% de la población.

Referencias

M. Small and J. D. Singer, Resort to Arms: International and Civil Wars, 1816-1980. Sage Publications, Beverley Hills (1982).

martes, 19 de marzo de 2013

La gasolina del conocimiento

Supongo que es evidente para todo el mundo, pero un día me di cuenta. Fue en el bar de la escuela de ingeniería donde trabajo, hablando con la camarera. Me contó que había estado de baja varios meses por una lesión en el codo, provocada por hacer demasiados cafés. Para mi sorpresa, me explicó que en el exiguo bar en el que estábamos se servían de 200 a 300 cafés al día, varias veces más que en un bar normal de igual tamaño.

El bar de la Escuela ya cerró, probablemente porque la empresa era más experta en ganar concursos de explotación que en explotar los bares que ganaba, pero no hay motivo de preocupación. La demanda de café ha sido fácilmente absorbida por los siete u ocho bares que rodean el Campus de Terrassa, cuyas cafeteras funcionan a pleno rendimiento. A esto hay que añadir las tres máquinas de (abominable) café del interior de la Escuela, y las cafeteras de cápsulas que hay en la mayoría de los departamentos para uso exclusivo del profesorado (sí, también hay una en dirección). Visitando otras universidades, he podido comprobar que los bares de facultad son el único lugar en el que el café no se produce bajo pedido, sino contra stock (esto es, se van haciendo cafés antes de que sean pedidos). Es más que probable que el corte de suministro de café llevaría en pocos días a la ralentización, si no la parálisis, de la actividad académica.

Los míticos cafeteros franceses, como Voltaire, del que se decía que consumía 70 tazas de café al día, u Honoré de Balzac, que al parecer consumió 50 mil tazas de café bien cargado para escribir su monumental Comedia Humana, se encontrarían a gusto en la actual academia. Café no les iba a faltar, desde luego.

sábado, 16 de marzo de 2013

Arquitectura estalinista

Siguiendo con la serie sobre Stalin derivada de la lectura del libro de Anselmo Santos, hoy les traemos una selección de arquitectura estalinista. Como no podía ser de otra manera, el Secretario General tenía sus propias ideas sobre arquitectura, e incluso un estilo propio, el sovnovrok (nuevo rococó soviético).

La primera obra pública de Stalin en Moscú fue la Biblioteca Lenin, edificio de estilo clásico de los arquitectos Shchuco y Gelfreikh.


La Casa del Gobierno es un edificio de estilo constructivista,  con quinientos apartamientos de lujo amueblados del mismo modo. Es obra de Borís Iofán. Una de las ventajas de este edificio es que, al tener a toda la nomenklatura en un sólo edificio, resultaba más sencillo espiarlos a todos con micrófonos.


Según la conocida cita de Lenin, "comunismo es todo el poder para los soviets más la electrificación de todo el país". En la era estalinista, la Unión Soviética pasó de ser un país rural y atrasado a ser una de las grandes potencias mundiales. En esta foto tenemos una perspectiva de la acería de Magnitogorsk (antiguo Complejo Metalúrgico Stalin), sólo superada en su época por el complejo metalúrgico de Indiana, en USA.


En los países satélites hubo algunos intentos meritorios de superar el original. Es el caso de la Casa del Pueblo de Bucarest, actual Palacio del Parlamento Rumano. Es el edificio administrativo más grande, caro y pesado del mundo. Actualmente alberga las dos cámaras del parlamento rumano, y aún sobra sitio...


Y en este post no podemos olvidar la obra cumbre de la arquitectura estalinista: el metro de Moscú. En este enlace puede encontrarse una galería de fotos del metro con más arte en sus estaciones del mundo...

sábado, 9 de marzo de 2013

La decadencia de la Unión Soviética



En Stalin el grande, Anselmo Santos describe en un solo párrafo la progresiva decadencia de la Unión Soviética:
Entre la Revolución de Octubre (1917) y la extinción de la Unión Soviética (1991), se sucedieron al frente del país dos genios (Lenin y Stalin), un patán impulsivo y temerario (Jruschov), un ignorante pancista y vanidoso (Brézhnev), dos moribundos (Andrópov y Chernenko) y un insensato (Gorbachev).
Es frecuente que un dirigente fuerte procure rodearse de mediocres que no puedan constituir una amenaza. De esta manera se realza su figura, a costa de poner en riesgo el futuro de la institución que dirigen.

Al juzgar a estos dirigentes, hemos de tener cuidado de no confundir la inteligencia con la falta de escrúpulos.

Referencias:
Anselmo Santos. Stalin el grande. Edhasa Ensayo histórico, 2012. 700 páginas. ISBN 978-84-350-2578-2

sábado, 2 de marzo de 2013

Los libros más feos del mundo y el más bello

En el Cultura|s del pasado miércoles, Begoña Gómez Urzaiz reseña algunos recursos disponibles en la red para acceder a las portadas de libros más feas del mundo. Como el artículo es de pago (no como el de The Guardian sobre el mismo tema publicado en octubre de 2012) y no tiene hipervínculos, aquí van los links a los blogs que allí se reseñan:

Caustic cover critic

El australiano James Morrison mantiene esta antología del mal diseño en cubiertas de libros. Su mayor mérito es descubrirnos a la editorial hindú Tutis, dedicada a la edición de obras clásicas de la literatura occidental con portadas delirantes, como la que aquí se adjunta.



Good show sir

Este blog se ha especializado en un género en el que abundan las cubiertas de libros horrendas: el de fantasía y ciencia ficción. Acepta envíos (no sumisiones, como dice Begoña Gómez) de los lectores. Si lo visitan, podrán encontrar joyas como esta:



Judge a book by its cover

La autora de este blog es una bibliotecaria que recopiló, hasta julio de 2011, portadas de libros horrendas que pasaron por sus manos. Trabaja mucho el filón de la novela romántica (abdominales de tableta de chocolate, letras de espejo), y destaca por sus secciones de Mammary Monday y Phallic Phriday, con las temáticas que cabe imaginar.

Otros recursos

Algunos otros enlaces provistos por Google:



Para compensar, un post de Brain Pickings de Building Stories, un libro (o conjunto de libros) con muy buena pinta...