martes, 30 de octubre de 2012

Saturday

Ian McEwan
Saturday
Vintage Books, 2005. 281 páginas
ISBN 978-0-099-46968-1

La acción de Saturday transcurre en su integridad el sábado 15 de febrero de 2003. El personaje principal, Henry Perowne, es un neurocirujano de éxito que ese día ha invitado a cenar a sus hijos y a su suegro. Todos juntos son como esas familias del Village neoyorquino que salían en las películas de Woody Allen. Yendo a su partida matinal de squash, un accidente de tráfico pone en contacto a Henry con tres personajes patibularios. Esta relación irá más allá del accidente: volverán a encontrarse a lo largo del día.

Las novelas de McEwan son siempre el retrato de una sociedad en un momento de su historia, visto a través de unos pocos personajes, definidos magistralmente. En este caso, la sociedad que retrata es la sociedad británica en 2003, seguramente en el mismo momento de escribir la novela. El día en que transcurre la acción es el de una manifestación en contra de la decisión del gobierno laborista de Blair de participar en la invasión de Irak. Perowne tiene una opinión ambivalente sobre la invasión: aunque no puede dejar de pasar por alto que supone participar conjuntamente con Estados Unidos en una acción ilegítima, no puede dejar de tener miedo al terrorismo islamista: sólo había pasado algo menos de año y medio desde los atentados del 11 de septiembre. Es evidente el paralelismo entre la familia de Perowne y los tres matones, por un lado, y la sociedad británica y los islamistas, por otro.

Saturday es una buena novela, escrita entre las magníficas Atonement y Chesil Beach. Quizá sea inferior a las dos, pero en cualquier caso es superior a sus novela más reciente, Solar. Aunque hay que decir que todas ellas (incluso Solar) son excelentes novelas, producto de una de las mejores tradiciones de la ficción actual.

viernes, 26 de octubre de 2012

La ideología neocon

En su reseña de Erotismo y prudencia: biografía intelectual de Leo Strauss, Esteban Hernández resume la esencia de la ideología neocon:

"La filósofa Shadia Drury, la experta sobre Strauss más citada, explicaba la paradoja argumentando que bajo la superficie de la hojarasca académica se escondía un tipo taimado que sólo transmitía sus ideas oralmente a un grupo de iniciados con los que podía hablar sin tapujos. A ellos sí les podía contar que el mundo se estructuraba en torno a una pequeña élite superior que debía dirigir el destino de los inferiores, a quienes se les debía ocultar esta verdad tanto para no lastimar su orgullo como para proteger a la élite de represalias."

Referencia:

Esteban Hernández. Lo que podemos llegar a ser. Cultura|s 539(17/10/2012). pp. 10-11.

jueves, 25 de octubre de 2012

Los premios literarios: El caso Marías

Acabamos de recibir la noticia de que Javier Marías va a rechazar el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa, por su última novela Los enamoramientos. Siempre es estimulante que un escritor rechace un premio, porque suele crearse un vivo debate en torno a la cuestión. Si la situación social y económica no fuera la que es, estaría tentado de decir que hemos dado un paso más en nuestra homologación con Europa.

Dado que Javier Marías fue uno de los introductores de Thomas Bernhard en España, no podemos dejar de recordar este fragmento de El sobrino de Wittgenstein, que hace referencia al hecho de aceptar un premio literario:

"Hasta los cuarenta años me sometí a la humillación de esas concesiones de premios. Hasta los cuarenta años. Dejé que me defecaran en la cabeza en esos ayuntamientos y salones de actos, porque una entrega de premios no es otra cosa que una defecación en la cabeza de uno. Aceptar un premio no quiere decir otra cosa que dejarse defecar en la cabeza, porque le pagan a uno por ello. He sentido siempre las concesiones de premios como la mayor humillación que cabe imaginar, no como una exaltación. Porque un premio se lo entregan a uno siempre sólo personas incompetentes, que quieren defecar en la cabeza de uno si se acepta su premio. Y están en su perfecto derecho de defecar en la cabeza de uno, que es tan abyecto y tan bajo para aceptar su premio. Sólo en la mayor necesidad y cuando están amenazadas la vida y la existencia, y sólo hasta los cuarenta años, se tiene derecho a aceptar un premio que lleva consigo una suma de dinero o, en general, un premio o una distinción. Yo acepté mis premios sin estar en la mayor necesidad ni tener la vida y la existencia amenazadas, y con ello me hice abyecto y despreciable y, en el sentido más exacto de la palabra, repulsivo."

Al parecer, Javier Marías ha hecho caso a Thomas Bernhard...

P. S. Extractos de la rueda de prensa.

sábado, 20 de octubre de 2012

El pingüino y el leviatán

Yochai Benkler
El Pingüino y el Leviatán
Deusto, 2011. 216 páginas.
Traducción de Jorge Paredes
ISBN 978-84-2341-267-9

La teoría económica se caracteriza a menudo por elaborar complejos modelos basados en premisas sobre el comportamiento humano de discutible base empírica. Así sucede, por ejemplo, en la metáfora de la mano invisible, según la cual las personas, buscando su propio interés, consiguen asignar recursos de manera eficiente.

La tesis de este libro es que el impulso de colaborar y compartir es una de las bases del comportamiento humano. La primera parte del libro informa sobre los mecanismos culturales y evolutivos que introducen la propensión a colaborar.  Luego examina algunos resultados de la colaboración, como Wikipedia o el software de código abierto, para prescribir cómo introducir la cooperación en el mundo empresarial.

Como suele suceder con este tipo de libros, lo más interesante es la descripción de la base cultural y genética de la cooperación. El lector europeo esperaría, posiblemente, una posición más crítica sobre los resultados derivados de incentivar el comportamiento egoísta para fomentar el progreso económico, uno de los pilares de neoliberalismo.