Gran parte del atractivo de esta modalidad de alojamiento viene dado por la fama de algunos residentes permanentes en hoteles de lujo. Es el caso de Xavier Cugat, Julio Camba o Vladimir Nabokov. Pero para el proletariado de los inquilinos permanentes esta opción tiene ventajas e inconvenientes.
En nuestros días, el exponente más conocido de este tipo de vida es Josep Antoni Duran i Lleida. Este personaje clave de la vida política madrileña, con residencia permanente en Barcelona, se hospeda en una lujosa suite del Hotel Palace cuando sus obligaciones como diputado le retienen en Madrid. A saber qué pactos y decisiones se habrán pergeñado (en Madrid las cosas se pergeñan) en esa lujosa suite, uno de los lugares centrales de la política española.
En esta famosa foto, vemos a Duran i Lleida empezar una intensa jornada de trabajo. El huésped ya ha recibido los diarios del día, el desayuno con yogur desnatado, y su dura tarea es aliviada por algunos detalles de gran lujo, como el agua Bezoya en botella de vidrio.
No sé si Duran estaría de acuerdo con el ideal del gran hotel de otro ilustre inquilino permanente, Vladimir Nabokov:
What is your ideal of a splendid grand-hotel?Referencias
Absolute quiet, no radio playing behind the wall, none in the lift, no footsteps thudding above, no snores coming from below, no gondoliers carousing across the lane, no drunks in the corridor. I remember one awful little scene (and this was in a five-turret palace with the guidebook sign of a red songbird meaning luxury and isolation!). Upon hearing a commotion just outside the door of my bedroom, I poked out my head, while preparing my curse-- which fizzled out when I saw what was happening in the passage. An American of the traveling-executive type was staggering about with a bottle of whisky and his son, a boy of twelve or so, was trying to restrain him, repeating: "Please, Dad, please, come to bed", which reminded me of a similar situation in a Chekhov story.
Entrevista de Simona Morini a Vladimir Nabokov, realizada el 3 de febrero de 1972 en Montreux, y publicada en la revista Vogue el 15 de abril del mismo año. Texto completo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario