Stanislaw Lem estuvo a punto de predecir Internet en su primera novela, Astronautas, publicada en 1951 y ahora recuperada por Impedimenta en una estupenda edición. Hacia el principio de la novela, Lem dice:
La enorme capacidad de Cerebro resultó ser insuficiente en varias ocasiones para realizar todos los cálculos necesarios. Cuando esto ocurría, los transmisores automáticos conectaban los cables subterráneos que unían el Cerebro Principal con otros cerebros ubicados en la zona de Leningrado. El que prestaba su ayuda con mayor frecuencia era el Cerebro Electrónico del Instituto de Aerodinámica Teórica.
Dejando aparte la terminología, es de las pocas veces que se han conectado ordenadores entre sí en la SF. Este hecho resultó ser mucho más determinante que el hecho de llevar un cohete a Venus, hecho que consume gran parte del argumento del libro.
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